En el año 1809 la Junta Superior de Cataluña otorgó el privilegio de este diario a un nuevo titular, el impresor y periodista Antoni Brusi i Miravent (Barcelona 1779-1821).
Entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en las páginas del diario se recogió la polémica sobre la ortografía y la gramática catalana entre los lectores de la publicación. Destacaron especialmente las opiniones de Josep Pau i Batot, que fueron decisivas para que durante el gobierno napoleónico, entre los años 1810 y 1814, se publicara primero en catalán pero siempre bilingüe con el francés, bajo la nueva denominación de Diari del Govern de Catalunya i Barcelona.
Durante el largo de este siglo XIX, el diario adoptó una ideología monárquica y liberal-conservadora, una posición que le garantizaba una larga continuidad aunque también perdió capacidad de influencia. La publicación, igual que buena parte de la prensa de la época, era en castellano, a excepción de algunas poesías en catalán. Sin embargo, el predominio sociolingüístico del catalán de aquella época obligó al equipo de redacción a explicar el significado de algunas palabras castellanas.
A finales del siglo XIX, la aparición de nuevos periódicos como El Correo Catalán (1876), La Vanguardia (1881), El Noticiero Universal (1888) y La Veu de Catalunya (1899), el Diario de Barcelona fue perdiendo progresivamente su antiguo predominio debido a esta nueva y fuerte competencia. Paralelamente al periódico, también editaba anualmente almanaques y folletines, convirtiéndose así en el primer diario peninsular en publicar relatos y novelas en fascículos.
A finales de 1935 cambió levemente su formato adoptando un diseño que se mantendría prácticamente intacto hasta el año 1960.
Al estallar la Guerra Civil, el 19 de julio de 1936, el Diario de Barcelona dejó de publicarse y fue incautado y transformado en órgano del partido Estat Català, publicado en catalán por el guerrillero y periodista Marcel·lí Perelló i Domingo (Barcelona 1897? – Ciudad de México 1961).
Durante los primeros años de la posguerra, en la década de 1940, debido a las restricciones de papel, los ejemplares de periódico tenían muy pocas páginas, con noticias breves reseñadas en columnas. En la segunda mitad de la década la situación empezó a mejorar levemente, y no sería hasta la década de 1950 que volvería a recuperar su antiguo volumen. Desde entonces, incorporó destacados artículos de opinión y crónicas de Barcelona (llamados “Apuntes de un mirón”, “Crónicas de la ciudad” y “Las cosas, como son”), siendo especialmente conocidos los apartados escritos por el entrañable cronista oficial de la ciudad Andreu Avel·lí Artís i Tomàs “Sempronio”. Además, introdujo en sus páginas centrales notas gráficas de actualidad, algo de gradecer si se tiene en cuenta que los periódicos de aquél entonces apenas llevaban fotografías en su interior. El Diario de Barcelona, a pesar de las inevitables connotaciones de adhesión al régimen franquista, siempre tendió a ofrecer en la medida de lo posible una imagen más cercana y amistosa hacia el pueblo catalán, a diferencia de otros periódicos.
Ya a finales del franquismo, tuvo la audacia de ser crítico con la gestión municipal, especialmente debido a los problemas que la ciudad padecía como consecuencia de su rápido desarrollo urbanístico. Así, a diferencia del periódico La Vanguardia Española, claramente burgués y abiertamente simpatizante del régimen franquista, el Diario de Barcelona se posicionó como el diario de las clases medias y populares, adoptando un carácter “catalanista” y “de izquierdas” en la medida de lo permitido.
En octubre de 1980 el periódico dejó de publicarse temporalmente, pero fue rescatado en 1982 por parte de sus antiguos empleados que lo editaron de forma autogestionaria, con un formato bastante pobre y en bilingüe (artículos en catalán y en castellano). El resultado fue un fracaso y el Diario de Barcelona desapareció en 1984, siendo adquirido por el Ayuntamiento de Barcelona en 1985 y cedido al Grupo Zeta, editores del diario El Periódico de Catalunya, el deportivo Sport y la revista Interviú. Bajo esta nueva editorial, en 1986 reapareció completamente renovado con un nuevo y moderno formato escrito íntegramente en catalán, bajo la denominación de Diari de Barcelona. Desde entonces fueron destacables los suplementos dominicales, los fascículos coleccionables de los cuales se hacían libros (como La Barcelona del Brusi) y los cuadernos dedicados a los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, año e que cambió el diseño de la cabecera.
Desapareció definitivamente como periódico en 1994, y entonces el Ayuntamiento de Barcelona, que siempre poseyó una pequeña participación, compró la cabecera y pasó a publicarse como diario electrónico por Internet (www.diaridebarcelona.com) centrado exclusivamente a ofrecer diariamente noticias únicamente de la ciudad de Barcelona, con apartados relativos a reportajes, vídeos, distritos e información general. Nada tenía ya que ver con el clásico periódico. Desde el 31 de julio de 2009, esta web se ha reconvertido en www.btvnoticies.cat bajo el control de la cadena televisiva municipal Barcelona Televisió (BTV). Existe también un blog: http://diaridebarcelona.blogspot.com.
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